Voy a romperte el corazón con lo que voy a decir, pero siento que ya no puedo callar por más tiempo:

No importa que tanto desees que sean reales, los personajes de ficción son solo una serie de vivencias inventadas y unos cuantos rasgos seleccionados cuidadosamente para que funcione la historia que se quiere contar. Todo lo que ellos son o han vivido, todo lo que les gusta y lo que no, todo eso que los hacen tan atractivos ante nuestros ojos no es más que una construcción deliberada cuyo único fin es el de establecer una trama, un tema y un simbolismo.

Lo sé, las verdades duelen. Pero ahora que tengo tu atención agregaré que, luego de haber enfrentado la realidad, si lo miramos desde la perspectiva del artificio nos damos cuenta de que todos los detalles que hacen a alguien ser quien es son muy importantes al crear a un personaje –que luego otras personas querrán secuestrar y vivir con él, al igual que lo hacemos nosotros en este momento –y elegir un nombre con cuidado y de manera deliberada hace parte de eso.

¿O acaso creías que nombres como «Maléfica» o «Cruella de Vil» eran nada más que puras coincidencias de los escritores de Disney?

Usaré a Maléfica como ejemplo.

Creo que todos recordamos a la bruja que se transformaba en dragón, que tenía un cuervo como mascota y que en sus tiempos libres andaba por ahí maldiciendo a niñas recién nacidas cuyos padres habían olvidado enviarle una invitación a alguna celebración. Aunque exagero un poco, ya que no me consta que haya tomado como hobby eso de maldecir a diestra y siniestra, si hay algo que todos tenemos claro sobre el personaje es que, en la historia de la bella durmiente creada por Disney, ella es la encarnación del mal.

Sí, sé que hace unos pocos años hicieron una nueva versión en la que la bruja malvada era reivindicada de la mano de Angelina Jolie, -de la que hice una reseña que sirvió como inicio del fin de mi trabajo como periodista, pero eso es una historia para otro momento- sin embargo, no la tomaremos en cuenta por aquello de fines prácticos: Maléfica estaba pensada originalmente para ser la mala del paseo y eso fue algo que dejaron muy en claro al escoger su nombre.

En latín, Malefica es el femenino de Maleficus, una palabra compuesta por «male» que significa «mal» y «ficus», un sufijo usado para referirse a algo que es hecho por alguien. En pocas palabras, el nombre de Maléfica significa, literalmente, «aquella que hace mal».

¿No te parece que es un buen nombre para esta antagonista?

Si sumamos el hecho de que la mujer lanza un hechizo fatal a Aurora condenándola a morir a los 15 años y de que ese tipo de magia se conoce como Maleficium –que por cierto es una palabra muy usada en las actas de inquisición –podemos argumentar con certeza que es una buena elección.

Esto mismo podemos aplicarlo a  Cruella de Vil.

Imagina encontrarte en las noticias con el caso de una mujer del mundo de la moda que secuestra casi un centenar de perritos – y además cachorros, porque esa mujer ni siquiera pensó en meterse con un perro adulto cuyo tamaño, y por ende piel, hubiera significado menos esfuerzo al conseguir la materia prima- con el único propósito de matarlos para usar su pelaje en un abrigo. No pasaría mucho tiempo antes de que los animalistas empezaran a hacer protestas para evitar un acto tan cruel.

Es que no toca pensarlo mucho para asociar el primer nombre de esa mujer con la palabra «cruel» y si buscamos en el diccionario, nos damos cuenta que el significado de la palabra corresponde a la personalidad de Cruella: alguien que hace sufrir y se deleita con eso. -¿No se te viene a la mente su risa de villana cada vez que pensaba en su plan macabro de desollar a los animalitos?-.

En fin, no sigo explicando el nombre porque creo que ya entendiste el punto.

Como te pudiste dar cuenta con los ejemplos anteriores, los nombres de ambos personajes podrían ser tomados como el ingrediente secreto de sus respectivas historias ya que en ellos se encontraba oculta la clave para entender al personaje: ambos nombres fueron seleccionados con una razón y un propósito dentro de la historia en el que se valían del juego de palabras para enfatizar un tema –que en este caso es  el del tipo de villano y su forma de actuar-.

De la misma manera puedes valerte de los mismos recursos para encontrar los nombres para tus personajes y estar completamente seguro de tu elección. Es más, este truco hasta te salvará cuando ese amigo o familiar molesto te insista en que le pongas el suyo a tus personajes.

Dirás:

—No, María Hasbleidy, no puedo ponerle tu nombre al malo de mi historia porque de Vil hace énfasis en su carácter de villano.

No me lo agradezcas mucho, por favor.


Esperamos que este artículo te sirva para que puedas elegir mejor los nombres de tus personajes. Si te sirvió la información, alegra nuestro día con un ‘like’. No olvides seguirnos en redes sociales para tener más consejos de escritura y ayudas para escritores.

Si nos faltó algo, ayúdanos a completarlo. ¡Nos encanta escuchar tus anécdotas!

Imagen: Amy (vía flickr)

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