Una historia sin un conflicto no es una historia: Frodo debe heredar el anillo y llevarlo a Mordor, Simba debe superar su culpa y volver a su hogar para derrotar a su tío. El Dr. Frankenstein debe escapar y destruir al monstruo al que le dio la vida, y así, con una larga lista de etcéteras.
Pero tener un conflicto no hace una historia. Para atrapar al lector, los conflictos deben engancharlo tanto como al personaje principal. Por esta razón, en este artículo vamos a discutir los cuatro pasos para crear un conflicto que atraiga la atención del público.
1- Se debe definir el conflicto
Aunque este primer paso parezca algo obvio, es muy importante porque es el que sienta las bases del desarrollo del conflicto. Si no se define el problema y se describe al público, entonces no hay conflicto. Al definir el conflicto el autor lo hace existente, por eso se puede pensar que este primer paso vendría a jugar el papel de aliento inicial.
Sin embargo ‘definir’ no es plantear fríamente lo que tiene que suceder. No hay que decir “Frodo tiene que huir de los espectros del anillo o de lo contrario lo atraparán, le quitarán el anillo y le harán sufrir una dolorosa muerte a manos del Señor Oscuro que desea su anillo de regreso y que tiene cierta afición al caos y la destrucción”. Ese es un resumen de la trama que si lo pones literal dentro de la historia no desarrollarías nada y perderías la atención de tu público.
Es mejor trabajar la ‘definición’ en la historia a través de los personajes y la trama. La premisa ‘no digas, muestra’ es importante acá. Si haces bien el trabajo los lectores sabrán que los espectros del anillo van tras en anillo y eso pone a Frodo en grandes problemas. Nunca debes recalcárselo al lector, ya que lo harías sentir como que lo estás llevando de la mano y eso es algo muy molesto, pues es como si dudaras de su capacidad de entender las cosas.
Si el conflicto es algo físico entonces si podría ser necesario definirlo. Usando el ejemplo de El Señor de los Anillos, el lector necesitará saber qué es exactamente un Espectro del Anillo. ¿Cómo son? ¿Qué los define? ¿De dónde vienen? ¿A quién sirven? ¿Cómo se propagan y actúan? Si el conflicto es algo más comprensible como un oso o un terremoto, entonces no será necesario que el autor se explaye en descripciones.
El problema es que la mayoría de los escritores amateurs cercenan el conflicto en esta etapa de la escritura, pues piensan que el conflicto se entenderá solo y lo plantean de manera muy literal, desperdiciando los recursos narrativos que podrían enriquecer su obra.
2-El conflicto debe ser importante
Ya has definido lo que es el conflicto en tu obra: Un terremoto, un oso, un titán, un espectro del anillo, un monstruo, una depresión etc. Tu público tiene una imagen clara y entiende la definición de lo que es el conflicto. El siguiente paso es explicar su importancia.
Piensa la importancia como una forma de argumentar por qué el conflicto debe ser considerado un conflicto en primer lugar. Si el conflicto es un oso entonces, de acuerdo a lo que tus lectores deseen imaginar, puede ser un koala o un tierno osito peludo y juguetón. Para que tu oso sea un conflicto tiene que ser una amenaza. Para eso debe 10 metros de alto cuando se para en sus patas traseras, tener una mandíbula enorme, ser una mamá oso enojada porque no encuentra a sus bebés y además no haber comido en 24 horas.
Una vez que le has dado a tu conflicto una buena cantidad de problemas agregados, tus lectores empezarán a tomárselo enserio.
Los conflictos psicológicos también requieren importancia. Decir “Elsa estaba deprimida” no le da automáticamente importancia a su conflicto. Mientras quienes sufren de depresión se sentirán identificados con el personaje, quienes nunca han tenido esos sentimientos necesitaran entender su magnitud. Como autor debes detallar por qué la depresión de Elsa puede ser calificada como un conflicto: Eso la mantiene alejada de todo el mundo, le hace padecer de insomnio, falta de apetito y le quita el interés a muchas de las cosas que antes disfrutaba. Por culpa de la depresión ella ha dejado de pasar tiempo con su familia y amigos y eso la hace sentir inferior. Todos esos son elementos serios que le dan importancia al conflicto y le ayuda a entender a los lectores su gravedad.
3- El conflicto debe ser insistente
El conflicto debe ser cinético, es decir, debe estar en movimiento. Pon a rodar el conflicto y deja que vaya creciendo gradualmente hasta volverse una amenaza. Si el conflicto se estabiliza en la zona de confort de tu personaje nunca lo hará crecer. Al traer el conflicto al plano de la amenaza obligas a que tu personaje reaccione.
Un buen ejemplo ocurre en el primer episodio de ‘Attack on Titans’. Al observador ya le han presentado a los titanes, por eso ya es consciente de que son gigantes (definición) que si llegan a atrapar a los humanos los matan y comen humanos sin pensar (importancia). Aun así, como conflicto, los titanes no son una amenaza seria para Eren, el personaje principal, hasta que rompen las barreras que los separan y entran en su ciudad. En ese momento los titanes se convierten en un conflicto insistente. Ahora son una amenaza tangible. Esto fuerza a Eren a reaccionar.
Volvamos de nuevo a Elsa de Frozen. El temor que le hacen sentir sus poderes actúa como su conflicto interno a lo largo de la película. Ya sabemos que teme a su poder de hielo (definición) porque puede de lastimar a otros y porque si los demás se enteran será excluida de la sociedad (importancia). Cuando mueren sus padres y la ciudad acude al castillo para presenciar su coronación, el conflicto de Elsa se vuelve insistente, mucho más si se tiene en cuenta que sus poderes actúan por si solos cuando ella está nerviosa o tiene miedo. En este punto, el conflicto no puede seguir siendo ignorado. Esto la fuerza a actuar de cierta forma: usando guantes durante la ceremonia, rechazando al prometido de su hermana y tratando de salir de ahí lo más pronto posible.
Una vez que has definido el conflicto dé el primer paso dentro de tu historia, permite a tu personaje reaccionar a él de acuerdo a su personalidad.
4-El conflicto debe ser personal
Antes que nada hay que aclarar que no todos los conflictos deben ser profundamente personales, pero los que más enganchan al público sí lo son.
Cuando el conflicto es personal atrapa al personaje al poner en peligro algún aspecto de su integridad. Está bien tener un conflicto que rete al personaje en una escala mayor, por ejemplo un ser maligno que haya jurado destruir su ciudad, pero las amenazas más cercanas son mucho más poderosas a la hora de atrapar al personaje en el conflicto, o de lo contrario tu personaje tendría la posibilidad de escapar y desentenderse de lo que está sucediendo, dejándote sin una historia que contar. Para que el ejemplo anterior sea personal e involucre al personaje de tal manera que deba actuar para solucionarlo, podría plantearse al ser maligno que haya jurado destruir su ciudad, pero al mismo tiempo que algunos de sus sirvientes secuestren a su hermana menor. En este punto el conflicto se hace personal porque amenaza algo cercano para el personaje.
Frankenstein, la clásica historia del monstruo contra el hombre, desarrolla un conflicto muy personal para el personaje principal, Victor Frankenstein: Su creación vuelve a la vida y empieza a aterrorizar a la ciudad. Las cosas se vuelven mucho más personales cuando el monstruo va tras su familia y finalmente tras de él.
Para finalizar, échale un vistazo a cualquier best-seller y podrás darte cuenta del patrón en el conflicto, que no solamente es insistente e importante, si no también es muy personal. El personaje se engancha al conflicto porque este demanda acción, y también porque amenaza a algo o a alguien apreciado –que podría ser el estatus, la familia, la identidad, la vida o alguna otra cosa de importancia para él, ayudándote así a crear una historia interesante.
Fuente Imagen: floodllama (vía Flickr)